Conciertos
Musika Música – VIENA BILBAO 2021
Palacio Euskalduna. 17:00 h.
Entradas: Musika música 2021
FICHA
VANESSA GOIKOETXEA soprano
BILBAO ORKESTRA SINFONIKOA (BOS)
GIANCARLO GUERRERO director
A. Berg: Sieben Frühe lieder (Zazpi kantu goiztiar/Siete canciones tempranas)
W. A. Mozart: Sinfonía no 41 en do mayor K.551, “Júpiter”
FECHAS
Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.
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MUSIKA MÚSICA CUMPLE VEINTE AÑOS
El Festival ha traído a Bilbao música a raudales, logrando por ello ser una referencia entre melómanos de diversas latitudes. Esta edición, tan especial en su aniversario e irremediablemente distinta, está dedicada a una ciudad artísticamente exuberante y paradigma musical durante dos largos siglos, tanto que llegó a convertirse casi en alegoría misma de la música.
Viena, capital de un imperio multirracial y políglota, estaba ubicada en un enriquecedor cruce de caminos. Esta situación privilegiada le colocaba también en una encrucijada de ideas religiosas, singularidades nacionales y lenguajes sonoros. Todas estas circunstancias enlazaron con los apetitos de un público de toda índole, tan voraz como omnívoro, que reclamaba novedades en todos los géneros de la música. La demanda atrajo a compositores e instrumentistas de toda Europa, que posicionaron a la ciudad en la vanguardia de la creación universal y en un atractivo y prestigioso foco de turismo musical.
Durante el periodo que duró el esplendor de Viena como epicentro de la música, la ciudad se entretenía también en sortear conflictos y en buscar la salida del laberinto de la política, el arte, el pensamiento y la convivencia. En este momento agitado que estamos viviendo, cuando el mundo se encuentra en otra encrucijada que altera las producciones artísticas y los modelos culturales, es placentero sumergirse en una ciudad que supo tejer, con hebras de estilos, dialectos y géneros musicales de toda naturaleza, un deslumbrante tapiz de partituras extraordinarias, suntuosas o delicadas, expresionistas o racionales, para el entretenimiento o para la catarsis, donde cualquier oído puede encontrar algo de su gusto.
En esta Viena fértil, la abundancia, la experimentación y la creatividad se unieron a la pasión por la música y a la intención de “afectar” el alma del oyente a través de los significados sonoros, alimentando un catálogo variado, original e imponente que iluminará estos días el paisaje. Disfruten de la sonoridad de quien se jactaba de ser “ciudad de ensueños”. Nos quedan por delante muchas ediciones de afectos musicales.
Viena fue el lugar de nacimiento o adopción de un elevado número de compositores ilustres. Y también un hervidero de intrigas, divisiones, celos, pasión y frivolidad. La filarmonía de los Habsburgo, el cultivo ferviente de las apariencias y la contradicción endémica hacia los creadores del arte o del pensamiento marcaron la trayectoria de los compositores cuya música dio gloria a Viena.
La ciudad imperial se enorgullecía de tener la familia gobernante más melómana de Europa que, a su vez, servía de modelo a las familias aristocráticas cuya importante labor de patrocinio durante el siglo XVIII impulsó un catálogo colosal e irrepetible.
De este modo, Haydn creció musicalmente bajo el cobijo del príncipe Esterházy, cuya capilla de músicos era reconocida en toda Europa. Además, las veladas de ópera de su casa eran tenidas por mejores que las del palacio imperial, incluso por la mismísima emperatriz.
Mozart decidió instalarse en Viena, estimulado por el interés que había provocado en María Teresa primero y en su hijo, el emperador José, más tarde. Pero su éxito se vio pronto eclipsado por otras modas en una ciudad veleidosa y olvidadiza…
Un buen puñado de aristócratas residentes en Viena protegieron a Beethoven y así los Waldstein, Razumovsky, Lichnowsky, Lobkowitz y el propio archiduque Rodolfo fueron mecenas generosos y formaron parte de un público que se movía entre el asombro y la incomprensión y a quien el compositor frecuentemente despreciaba.
Ya en el alba del Romanticismo, con la burguesía ilustrada y los profesionales liberales adquiriendo poder, Schubert fue adorado por una audiencia que se extasiaba ante su musa -invocada en las schubertiadas-, pero que no cubrió sus necesidades cotidianas y no evitó su desamparo.
A lo largo del XIX, Viena seguía intrigando y viviendo orgullosa de lo que tenía o fingía tener, la sociedad vienesa persistía en mostrar una apariencia de ensueño y en presumir de títulos honoríficos -académicos o nobiliarios- aun de poco valor objetivo. Una clase media que hacía gala de cierta cultura musical asociaba los placeres de la vida cotidiana a los espectáculos musicales de todo género y estilo y por ello, tanto la música ligera de los Strauss, como la profundidad y el respeto a la tradición de Brahms o de Bruckner seguían inundando el paisaje sonoro de una ciudad que amaba ardientemente la música. Pero estos reconocidos compositores -sobre todo Bruckner- también tuvieron que sufrir el ninguneo de los vieneses cuando no sentían satisfecha su incorregible arrogancia y su permanente frivolidad.
La contradicción siguió en aumento, alimentada por la irracional manera de vivir un sueño de lujo y desenfreno cotidiano que situó a la sociedad al borde de la quiebra: la corona real e imperial de los Habsburgo se asomaba al abismo de la Primera Guerra Mundial mientras, en Viena, las tensiones entre los últimos vestigios de una belleza colmada de refinamiento y equilibrio y las fuerzas incontrolables del expresionismo y el ansia de innovación luchaban por sobrevivir. En este contexto, donde las fronteras entre el paraíso y el calvario se desdibujaban cada vez más, convivían las partituras de Mahler con las de Schönberg, acechadas por la sombra del antisemitismo que se extendía como una mancha de aceite envenenado por la Europa del cambio de siglo.
Y pese a la paradoja -o tal vez a causa de ella- un último impulso, cargado de atrevimiento, experimentación y dicotomía alumbró uno de los períodos más fértiles, originales y creativos en música y también en otras manifestaciones artísticas y del pensamiento. En estos últimos coletazos de audacia musical se inscriben los nombres de Webern y Berg.
JOSEP HAYDN | Rohrau 1732 – Viena 1809
“Al estar apartado del mundo, me he visto obligado a ser original”.
W.A. MOZART | Salzburgo 1756 – Viena 1791
“Sigo trabajando porque el componer me produce menos cansancio que el reposar”.
L. VAN BEETHOVEN | Bonn 1770 – Viena 1827
“Es fácil convivir con la aristocracia si uno tiene algo que la impresiona”.
FRANZ SCHUBERT | Viena 1797 -Viena 1828
“Cuando uno se inspira en algo bueno, la música nace con fluidez, las melodías brotan”.
ANTON BRUCKNER | Ansfelden 1824 – Viena 1896
“Dedico mi música al buen Dios” .
JOHANN STRAUSS | Viena 1825 -Viena 1899
“Si tengo algún talento, debo su desarrollo a mi querida ciudad natal de Viena”.
JOHANNES BRAHMS | Hamburgo 1833 – Viena 1897
“Beethoven es ese gigante cuyos pasos escucho a mis espaldas”.
GUSTAV MAHLER | Kaliště (Bohemia) 1860 – Viena 1911
“Mi tiempo llegará”.
RICHARD STRAUSS | Munich 1864 – Garmisch (Baviera) 1949
“El reinado de doce años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura puso fin a dos mil años de evolución cultural en Alemania”.
ARNOLD SCHÖNBERG | Viena 1883 – Los Ángeles 1951
“Lamento que los conciertos de música moderna se hayan convertido en Viena en acontecimientos políticos”.
ANTON WEBERN | Viena 1883 – Mittersill (Salzburgo) 1945
“Una vez iniciado, el tema expresa todo cuanto debe decir. Debe seguirlo algo nuevo”.
ALBAN BERG | Viena 1885 -Viena 1935
“No hay un compás en esta música nuestra que no haya sido sometido al más severo control del oído”.
Ilustraciones: Elena Odriozola
Textos: Mercedes Albaina
Agenda de eventos
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