Conciertos

TEMPORADA BOS 12

Abono de Iniciación


Palacio Euskalduna.   19:30 h.

A. Guinovart: El lament de la terra
R. Schumann: Concierto para violonchelo y orquesta
B. Bartok: Concierto para orquesta

Julian Steckel, violonchelo
Erik Nielsen, director

FECHAS

  • 19 de marzo de 2015       Palacio Euskalduna      19:30 h.
  • 20 de marzo de 2015       Palacio Euskalduna      19:30 h.

Venta de abonos, a partír del 8 de julio.
Venta de entradas, a partir del 15 de septiembre.

Conoce aquí todas las ventajas de ser abonado de la BOS

Entre el color y el sentimiento

Fruto de un encargo de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, El lament de la terra de Albert Guinovart (Barcelona, 1962), se estrenó el 9 de enero de 2009 en el Auditori de Barcelona, por la mencionada orquesta, con Roberto Minczuk a la batuta.
En palabas del compositor, “es una especie de poema sinfónico, influenciado por la alarmante sequía que sufrimos en 2008, y por las noticias de cambio climático, que nos amenaza”. Aunque no está dividido en movimientos, se distinguen en él tres secciones temáticas. La primera es la más larga y comienza con el compás inicial de La canción de la Tierra de Gustav Mahler –obra a la que el título hace también un guiño-, que simboliza al hombre constructivo, el del ideal romántico. Este tema se enfrenta a otros dos: uno de aire urbano y el otro más militar, que representan al hombre destructivo. Guinovart indica que esta parte “recoge el dramatismo de los tiempos que vivimos, no sólo desde la óptica del hombre, sino también desde la naturaleza, y la Tierra se queja en varios episodios, en una suerte de ‘pantallas’ sonoras que se superponen al discurso musical, a modo de efectos”.
La lucha termina con un cataclismo materializado por un acorde dodecafónico y desemboca en la segunda sección. Ahora escuchamos el desierto, la desolación tras la catástrofe. Es una parte textural y mucho más breve.
La tercera y última sección es un canto a la esperanza en un futuro mejor. El mensaje optimista se refleja en un himno y el ritmo de la caja que acompañaba al tema militar del principio, se transforma en el soporte de este deseo: “el hombre creativo se impone al destructivo”.
La obra está escrita para gran orquesta y las críticas dijeron de ella: “Es una pieza brillante que busca complacer al público y lo consigue plenamente” y también que a Guinovart “no parece abrumarle otro compromiso más que con lo bien hecho, ni barreras que romper, más que la de alcanzar la mayor expresión posible”.
En el Concierto para violoncello Op 129 en la menor, Robert Schumann (Zwickau-Sajonia, 1810-Endenich, 1856) renunció a un planteamiento meramente virtuosístico, entendido el término desde la perspectiva de la superficialidad y aun así, o quizá precisamente por ello, es una obra maestra. El compositor rechazó el abuso de un recurso muy de moda en su época: las cadencias o secciones en que la orquesta calla y el solista se recrea en pasajes acrobáticos, con el principal propósito de mostrar las cualidades técnicas y expresivas de su instrumento -además de las suyas propias-, y prefirió descubrirnos la amplia paleta de colores tímbricos y sentimentales que caben en la voz del violoncello. Decidió entretejer lazos entre todos los instrumentos presentes en escena, regalándonos su inspiración más poética y su inequívoca y leal búsqueda de lo que para él fue “la verdad y la pureza de la música”. El marco orquestal apoya, refuerza, acompaña o mece a un instrumento que los románticos redescubrieron en su faceta más profunda y sensible, y que Schumann convirtió en cantor y poeta, a través de algunas de sus melodías más inspiradas.
El Conciertofue escrito en 1850 en Düsseldorf, a donde el músico había llegado con su familia, tras una etapa de crisis nerviosas cargadas de malos augurios. Schumannmoriría seis años después de su composición sin poder escucharlo. Cuatro años más habrían de pasar tras el fallecimiento de su autor, para que el concierto se estrenara públicamente en el Conservatorio de Leipzig, en un homenaje a Robert Schumann en el 50 aniversario de su nacimiento.
La obra consta de tres movimientos que suenan sin interrupción, tal como a él le gustaba -para Schumann, las pausas solo podían quitar unidad a la obra y entorpecer el natural discurrir de la música. En el primero, Nicht zu schnell (no demasiado rápido), tras el establecimiento de la atmósfera poética a través de la tonalidad de la menor, el violoncello introduce el amoroso y ardiente tema principal que lo mantiene ocupado prácticamente todo el tiempo y que se complementa con una segunda idea más liviana y siempre cantable. Schumann sustituye la tradicional cadencia por una especie de interludio orquestal, al que sigue el último canto del cello que nos lleva de la mano, sin que apenas nos demos cuenta, al delicioso segundo movimiento Langsam (Adagio) en el que, sobre un ligerísimo tapiz orquestal, se proyecta en sublime melodía la conmovedora, reflexiva y pausada voz del solista que nos conduce hasta la sección central (excelso momento, déjense envolver por el sonido). La música sigue fluyendo hasta encontrarse fugazmente con el tema principal del primer movimiento -nuevamente el interés de Schumann por dar unidad a su obra. Tras esto, el solista entona una canción destinada a fundirse con el movimiento final, Sehr lebhaft (muy vivaz), vertebrado por una célula rítmica muy marcada que le aporta vigor. Aquí nos ofrece Schumann una cadencia, no exenta de apoyo orquestal, que desemboca en un final brillante y enérgico.
Y para concluir esta tarde de música, escucharemos una atractiva composición y verdadero reto para un conjunto sinfónico: el Concierto para orquesta de Béla Bartók, (Nagyszentmiklós, Hungría -actualmente Sânnicolau Mare, Rumanía-,1881-Nueva York, 1945). La obra fue encargo del director de la Orquesta Sinfónica de Boston, Serge Koussevitzky, a un Bartók convaleciente en el hospital, gravemente enfermo y casi arruinado. Sin embargo, la iniciativa primera se la debemos al excelente violinista y compañero de escenario de Bartók en tiempos de bonanza, József Szigeti que, conociendo la precaria salud de su amigo y su lamentable situación económica, intercedió ante la fundación que presidía Koussevitzky. A este último debemos el impulso que posibilitó la concepción de algunas obras importantes del siglo XX, encargadas a Ravel, Stravinsky, Gershwin, Messiaen, Hindemith o Copland.
Además de un regalo para el patrimonio musical del pasado siglo, el Concierto para orquesta fue una fuente de ilusión y aliento para el compositor, que lo concluyó en apenas ocho semanas. El estreno tuvo lugar el 1 de diciembre de 1944 en Boston, a cargo de sus promotores y solo unos meses antes de la muerte de Bartók.
Su título es justificado por el propio autor: “algunos instrumentos o grupos de instrumentos están tratados como concertantes o como solistas”. Por otro lado, su intención es crear un clima de progresión, “una transición gradual –al margen del humorístico segundo movimiento- desde la austeridad del primer movimiento y el lamentoso canto fúnebre del tercero, hacia la afirmación de la vida en el último”. Paradójico y ejemplar en alguien a quien la vida se le está escapando.
Como en otras ocasiones, Bartók hace un planteamiento simétrico en la obra ya que estructura el conjunto en torno a un eje, el triste canto central, flanqueado por dos movimientos de cierto tono humorístico o sarcástico, de ritmos asimétricos y colores sorprendentes. Y desde dentro hacia afuera, a estos tres citados los enmarcan dos movimientos de allegro.
En cuanto a su lenguaje, el uso extenso del cromatismo, el enorme talento en el manejo de los timbres y efectos de la orquesta y la variedad casi infinita de sus ritmos cambiantes, logran una sonoridad rica y plagada de colores. 
En el primer movimiento, Introduzione, un amplio Andante solemne y de cierto misterio, nos conduce a un robusto Allegro vivace en el que a la declaración de intenciones de dar voz solista a todos los instrumentos, en un contexto de concordia, se le añade la amplia paleta de intensidades propia del estilo bartokiano.
El Giuoco delle coppie que sigue es un delicioso desfile de cinco “parejas de iguales”, formadas por los instrumentos de viento madera y las trompetas con sordina. Su procesión les conduce a un inspirado coral en los metales que sirve, una vez más, de eje de simetría antes de la salida –pas de deux– de los solistas concertantes, sobre una orquestación ahora enriquecida. Un magistralmente elaborado juego de sonoridades.
En la Elegia central –“lúgubre canto funerario” en palabras de Bartók-, los trémolos en la cuerda, los glissandi en el arpa y los arabescos en las maderas, tejen una urdimbre sobre la que florece un canto melancólico de aroma magiar, creciendo la tensión en la zona central hasta una culminación de tintes trágicos. Después, se vuelve a la atmósfera del inicio.
En el Intermezzo Interrotto,la quejumbrosa melodía en estilo popular y ritmo asimétrico que presenta el oboe, enlaza su encanto díscolo con un cálido y hermoso tema en las cuerdas. Más adelante, el clima se interrumpe con la vivacidad de una música de café que, siendo un guiño a la sinfonía Leningrado de Shostakovich, con los recursos instrumentales que le aplica Bartók suena a carcajada burlona. La alternancia de las ideas enriquece un movimiento que pivota entre la ternura y el capricho.       
Y en el Finale exuberante, los guiños al jazz son un claro tributo de agradecimiento a la tierra que lo acogió y al folklore con mayúsculas, al que Bartók se declaraba rendido admirador y en deuda permanente –lo estudió con afán y rigor. La variedad de sus detalles y los borbotones de notas, llenan el espacio de matices y nos conducen a un final brillante, cerrando la progresión que se inició unos cuarenta minutos atrás y cumpliendo la máxima beethoveniana: “por el sufrimiento hacia las estrellas”. Excelente compositor y modélica persona, que supo convertir su dolor –físico y anímico- en energía creadora.
Sin duda esta tarde, en el patio de butacas, revolotearán los colores de la música y el sentimiento de todos. Disfrútenlos.
Mercedes Albaina
 
 

JULIAN STECKEL – Violonchelo
 
Julian Steckel se ha convertido en uno de los violonchelistas más reconocidos en la escena internacional tras haber obtenido el primer premio del Concurso Internacional de Música ARD, el premio de la Orquesta de Cámara de Múnich y el premio Oehms Classics. No obstante, ya antes de 2010 había sido galardonado en importantes concursos tales como el Concurso Internacional de Violonchelo Rostropovitch y el Concurso Internacional de Violonchelo Pablo Casals.
Julian Steckel ha tocado como solista en conciertos junto con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, la Orquesta Filarmónica Real de Londres, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín y la de Copenhague, la Orquesta de París y la Filarmónica de San Petersburgo bajo la batuta de directores como sir Roger Norrington, Christopher Hogwood, Andrey Boreyko, Michael Sanderling y Lan Shui
Julian Steckel siente una enorme pasión por la música de cámara. Junto con músicos de la talla de Janine Jansen, Christian Tetzlaff, Elisabeth Leonskaja y Lars Vogt, así como con los cuartetos Ebène, Vogler y Guarneri, ha actuado en los festivales de Schleswig-Holstein, Bonn, Zermatt y Lucerna, por mencionar alguno.
Desde 2011, Steckel ejerce como profesor de violonchelo en la Escuela Superior de Música y Teatro de Rostock.
Durante la actual temporada, ofrecerá conciertos en muchos lugares del mundo, por ejemplo, Seúl, Calgary, Copenhague, Helsinki, Winterthur, Bruselas, Fráncfort, Stuttgart y Salzburgo.
 

ERIK NIELSEN Director
 
Estudió dirección de orquesta en el Instituto Curtis de Philadelphia, obteniendo sus diplomas en oboe y arpa en la Juilliard School de Nueva York. Formó parte de la Ópera de Frankfurt desde 2002 siendo de 2008 a 2012 nombrado Kapellmeister. Ocupará el cargo de director musical del Teatro de Basilea a partir de la temporada 2016/17. En la Ópera de Frankfurt su repertorio incluyó Las Bodas de Fígaro, El rapto del serrallo, Tosca, Ángeles en América, Curlew River, La bohème, Lucia di Lammermoor, Lohengrin, Simplicius Simplicissimus de Hartmann y el estreno alemán de Medea de Reimann.
Sus recientes y futuros compromisos incluyen La Flauta Mágica en la Ópera de Roma; Simplicius Simplicissimus, Gisela de Henze, We come to the River y Lohengrin en la Semper Oper de Dresde; La Traviata en la Ópera de Berlín; Così fan tutte en el Teatro Sao Carlos ; Lear de Reimann en la Ópera de Malmö; Otello y Ariane et Barbe-Bleue en Frankfurt, Peter Grimes en la Opernhaus Zürich, la premiere mundial de Solaris de Dai Fujikawa en el Théâtre des Champs Elysées de Paris, Die Tote Stadt de Korngold en Bilbao, Eugene Onegin en Basel y Carmen en la Welsh National Opera, así como numerosos conciertos en Europa y USA.
 
 
El Concierto para Orquesta de Bartok
Duodécimo concierto de Temporada (19-20 de marzo de 2015)
 
Comenzamos nuestro duodécimo programa de la temporada 2014-2015 con la interpretación de El Lament de la terra de Albert Guinovart. Será esta la primera ocasión en la que interpretemos esta obra en nuestra temporada de abono y para ello emplearemos el material publicado por la editorial Unión Musical Española (http://www.musicsalesclassical.com).
A continuación podremos escuchar el Concierto para violonchelo y orquesta en la menor Op. 129 de Robert Schumann. Hemos interpretado esta obra en seis ocasiones a lo largo de nuestra historia. La primera el 19 de diciembre de 1975 bajo la dirección del Maestro Sheldon Morgensten en el Teatro Buenos Aires con la participación del cellista Rafael Ramos y la última los días 12 y 13 de mayo de 2011 en el Palacio Euskalduna bajo la dirección del Maestro Günter Neuhold y con la participación del cellista Valentin Erben. Emplearemos para su interpretación el material de la editorial Breitkopf & Härtel (https://www.breitkopf.com)
En la segunda parte del concierto podremos escuchar el Concierto para Orquesta de Béla Bartók. Interpretamos por primera vez esta obra el 6 de febrero de 1966 en el Teatro Buenos Aires bajo la dirección del Maestro Alberto Bolet. Desde entonces la hemos podido escuchar en otras 7 ocasiones, siendo la última los días 10 y 11 de mayo de 2012 en el Palacio Euskalduna bajo la dirección del Maestro Günter Neuhold. Emplearemos para su interpretación el material de la editorial Boosey & Hawkes (http://www.boosey.com).
A continuación les recomendamos una serie de grabaciones comerciales de las obras de nuestro programa. Todas ellas pueden adquirirse en la Fnac o escucharse a través de internet siguiendo los enlaces señalados:
 
R. Schumann: Concierto para Violonchelo y Orquesta en la menor Op. 129
Yo-Yo Ma – Sir Colin Davis – Symphonie Orchester de Bayerischen Rundfunks
Release Date: 10/07/2012
SONY
 
B. Bartok: Concierto para Orquesta
Sir Georg Solti – Chicago Symphony Orchestra
Release Date: 11/12/2012
DECCA
 
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Con la tercera parte, El Retorno del Rey, finalizamos el ciclo dedicado a una de las cumbres en la simbiosis entre música y cine, merecedora de 11 premios Oscar, incluido el de mejor banda sonora para Howard Shore. De nuevo la experiencia de la proyección íntegra de la película con la partitura original interpretada por la BOS y las voces de la Sociedad Coral de Bilbao.

Howard Shore’s Academy Award®-winning Score Performed Live to the Epic Motion Picture

Shih-Hung Young, director
Eleanor Grant, soprano
Manex Ortiz, tiple
Sociedad Coral de Bilbao:

Coro Sinfónico (Enrique Azurza, director)
Coro Euskeria (Urko Sangroniz, director)
Coro infantil (José Luis Ormazabal, director)

BANDA SONORA COMPLETA EN DIRECTO

El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey

Banda sonora compuesta por el oscarizado Howard Shore,
interpretada en directo durante la proyección de
la película por una orquesta sinfónica, coros y solistas


El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey

Acto primero (1:30)

Raíces y comienzos
Viaje a la Encrucijada
Regreso a Edoras
El cáliz pasa
La villanía de Gollum
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La gracia de Undómiel
Los ojos de la Torre Blanca
Corona de oro plata
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Las escaleras de Cirith Ungol
Lealtad a Denethor
La partida de Sam y Frodo
El sacrificio de Faramir
Formando en Dunharrow
Andúril, Llama del Oeste
Senderos de los Muertos

ENTREACTO (20’)

Acto segundo (1:50)

El sitio de Gondor
El antro de Ella-Laraña
Grond, el Martillo de los Mundos Subterraneos
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La tumba de los senescales
La batalla de los campos del Pelennor
“Lejano y verde país”
Escudera de Rohan
La muerte de Théoden
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La última deliberación
Boca de Sauron
Para Frodo
El Monte del Destino
La Grieta del Destino
Las águilas
La Comunidad reunida
Rumbo a Puertos Grises
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Joaquín Achúcarro, además de su brillante carrera internacional, ha desarrollado una intensa actividad pedagógica, sobre todo en su cátedra en Dallas, de la que han surgido excelentes pianistas. Rendimos homenaje a esta faceta del maestro en la figura de su alumno y gran concertista Alessio Bax, ante ese tótem del repertorio que es el primero de Brahms. Stravinsky, una de las especialidades de Erik Nielsen y el recuerdo a nuestro Arriaga en su bicentenario completan el programa.

J. C. Arriaga
Obertura Op. 20
J. Brahms
Concierto nº 1 para piano y orquesta en re menor Op. 15
I. Stravinsky
El pájaro de fuego, Suite

Alessio Bax, piano
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Cuando Tchaikovsky presentó al mundo su quinta sinfonía, ya era considerado el primer compositor de Rusia, un país que se tomaba muy en serio la música. Y en ella cumplió el objetivo de los grandes: sonar universal sin renunciar a sus raíces nacionales. Shostakovich, por su parte, se dió una tregua para regalar un precioso concierto, ligero, elegiaco y ensoñador, a su hijo Maxim. Para abrir, un joven Ligeti rindiendo homenaje al folklore de su Rumanía natal.

G. Ligeti
Concert Românesc
D. Shostakovich
Concierto nº 2 para piano y orquesta en Fa Mayor Op. 102
P. I. Tchaikovsky
Sinfonía nº 5 en mi menor Op. 64

Simon Trpčeski, piano
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Cada visita de Lorenza Borrani es sinónimo de riesgo y emoción. En esta ocasión alternará como violinista en la maravillosa Sinfonía concertante de Mozart, junto a nuestra solista de viola Cristina Blanco, y como directora frente a la Sinfonía nº 4, apodada “Trágica” por el propio Schubert. Una obra que, como mucha de su música orquestal, el compositor no llegó a escuchar estrenada en vida.

W. A. Mozart
Sinfonía concertante para violín, viola, y orquesta en Mi bemol Mayor K.364
F. Schubert
Sinfonía nº 4 en do menor D. 417 «Trágica»

Cristina Blanco, viola
Lorenza Borrani, violín-directora

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