Conciertos

Leningrado por Vasily Petrenko


Palacio Euskalduna,Bilbao.   19:30 h.

La Sinfonía nº 7 “Leningrado” de Shostakovich, además de ser una de las partituras más importantes del siglo XX, ha quedado como un símbolo de la resistencia contra los totalitarismos. La denuncia de un humanista, usada en su momento con fines propagandísticos, pero cuya visión va mucho más allá, como quedó patente en el “Testimonio” del compositor a Volkov. Todo un acontecimiento en la batuta del prestigioso Vasily Petrenko y su denuncia de la tragedia moral en la invasión de Ucrania.

Karmele Jaio, narradora
Vasily Petrenko, director


DMITRI SHOSTAKOVICH (1906 – 1975)

Sinfonía nº 7 en Do Mayor Op. 60 “Leningrado»

I. Allegretto
II. Moderato (Poco Allegretto)
III. Adagio
IV. Allegro non troppo

Dur: 90’ (aprox.)

FECHAS

  • 06 de noviembre de 2025       Palacio Euskalduna,Bilbao      19:30 h. Comprar Entradas
  • 07 de noviembre de 2025       Palacio Euskalduna,Bilbao      19:30 h. Comprar Entradas

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Notas al programa

La música no es de quien la escribe, sino de quien la necesita

Las circunstancias del asedio de Leningrado –anteayer y hoy San Petersburgo- han sido relatadas una y mil veces. Repasemos un poco la historia de un choque de trenes inevitable que nadie pareció ver venir.

Remontémonos hasta el también conocidísimo ascenso de Hitler. En noviembre de 1923 el Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) intenta un golpecito de estado que sale fatal y que da con los huesos de Adolf en chirona. Para qué arriesgarse, pensó él. Vamos por dentro. Comienza el frenético ciclo de las elecciones. En 1928 el NSDAP no llegó ni al 3% de los votos. En 1930 ya está en segunda posición, con el 18%. La cosa sigue mejorando –por así decirlo- cuando en junio de 1932 se convierten en el partido más votado con más del 37%. Pero la gobernabilidad es imposible. Nuevas elecciones en noviembre de ese 1932, y los nazis ganan dejándose algún pelo en la gatera: 33%. Las siguientes elecciones están previstas para marzo de 1933. El Reichstag arde en febrero –muy probablemente una operación de falsa bandera-. Así, una sociedad completamente enfrentada acude, finalmente, a las urnas en mayo. “Finalmente” no tanto como “por fin” sino “para concluir”: Alemania y la democracia tardarían un tiempo en reencontrarse.

Los nazis ganan, aunque sin lograr la mayoría absoluta. Un detalle sin importancia. Hitler se hace con las riendas del poder y, sin ningún control legislativo o administrativo, comienza a limpiar el camino. Dentro y fuera de su partido.

Adolf, un constante reinterpretador de todo hecho que se le pusiera por delante, sin embargo nunca mintió sobre sus propósitos de conquista. Y se puso a ello. Un perplejo Victor Klemperer –primo del famoso director de orquesta Otto- nos explicó en su célebre libro La lengua del Tercer Reich: apuntes de un filólogo, cómo la palabra ‘fanático’ pasó de tener una connotación negativa a ser un término laudatorio. ‘Fanático’ se convirtió en un piropo. En una garantía de fidelidad a la causa. Cree. Confía.

Alemania se secuestró a sí misma. Un partido se hace con el poder, con el aparato del estado, con su ejército. Y ya no son los nazis. Ahora es Alemania.

Una Alemania que, rapidito y la letra como salga, comienza con la agenda. Los meses vuelan. Anexión de Austria en marzo de 1938. Invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. El mundo contiene la respiración. Todos se miran unos a otros. Preocupación, gotas que colman vasos, pechos hinchados y colas de gato erizadas. Y un gobierno que se mira las uñas: la URSS. Nadie lo comprende. Polonia es el cortafuegos entre Alemania y Rusia. ¿De verdad que te da igual?

Sí, en agosto de 1939 Hitler y Stalin habían firmado un pacto de no-agresión. ¿Qué puede salir mal?

Puede pasar que el 22 de junio de 1941 Adolf invada la URSS. Afortunadamente una de las peores decisiones de la historia militar. La URSS es grandísima. Una sexta parte de las tierras de la Tierra. Adolf, que tengas suerte, abrígate. Bueno, quizá el Pacífico esté a más de 7.000 kilómetros, pero Leningrado está ahí al ladito. El 8 de septiembre –no han pasado ni tres meses desde la invasión- comienza el asedio. El Asedio. Ochocientos setenta y dos días.

Por una fortuna del destino, Leningrado tenía una puerta trasera. En realidad una puerta trasera gigantesca: el lago Ládoga, con una extensión mayor a la suma de Asturias y Cantabria. En invierno, con temperaturas por debajo de -40º, la capa de hielo será tan sólida que permitirá el paso de vehículos pesados. Berlín tuvo su puente aéreo, Leningrado tuvo su puente de hielo. Por ahí entró una infinitésima parte de lo que necesitaban los habitantes de la ciudad; y por ahí salieron una infinitésima parte de los habitantes de la ciudad. Niños, niñas, y una pequeña fracción de los tesoros vivientes de la Unión Soviética que habían quedado atrapados. Gente del mundo de la ingeniería, de la literatura, de la matemática, de las artes…

Dmitri Shostakovich (1906-1975), un joven compositor de 35 años, fue uno de ellos. Un elegido entre cientos de miles de no elegidos. Hasta tal punto era importante su persona –no tanto él- que se le hizo hueco en un avión. Salió el 1 de octubre.

Entre las poquísimas cosas que pudo llevarse consigo se encontraba una partitura casi concluida. Una obra que pasaría a la historia: su Séptima Sinfonía, pronto denominada Leningrado. Desde su primer destino, Kuybyshev (la actual Samara), escribió una carta a su amigo íntimo Isaak Glickman (1911-2003), explicándole la letra pequeña de esta composición:

Kuybyshev. 4 de enero 1942

«Querido Isaak Davidovich

Te escribo bastante a menudo, en realidad tanto cuanto me lo permite mi disponibilidad de sobres. … Nos hemos trasladado a un nuevo apartamento y desde el punto de vista del espacio estamos muy bien. Esto debo agradecérselo a la camarada R. S. Zemliaska … El alojamiento está compuesto por dos habitaciones y su principal virtud consiste en que es independiente. En este apartamento he terminado la Séptima Sinfonía. … Algunas palabras al respecto a esta sinfonía: el primer movimiento dura 25 minutos. Fue terminado el 3 de septiembre de 1941. El segundo dura 8 minutos. Terminado el 17 de septiembre de 1941. El tercero dura 17 minutos. Terminado el 29 de septiembre de 1941. el cuarto dura 20 minutos. Terminado el 27 de diciembre de 1741.

Quienes han escuchado esta composición tienen una alta opinión de los tres primeros movimientos. El cuarto por ahora se lo he mostrado a poquísimos. Estos poquísimos lo han loado, pero junto a estas alabanzas hay también controversias. Por ejemplo, mi amigo Soso Begiasvili dice que en él –el cuarto movimiento- se echa mucho en falta el optimismo. S. A. Samosud opina que va todo bien, sólo que en su opinión este movimiento no es un final porque, para que lo sea, es necesario introducir solistas y coro. Hay una miríada de observaciones útiles sobre el cuarto movimiento. Yo las tomo en consideración, pero no las pongo en práctica. Puesto que, desde mi punto de vista, no son necesarios ni coro ni solistas; y optimismo hay mucho. … Te estrecho la mano, querido amigo. Saluda a Tatiana Ivanova. Nina y los niños te saludan.

D. Shostakovich”.

Las fechas parciales de composición – aquí recogidas de una forma tan esquemática que diríase un acta- son importantes. Shostakovich había concluido el primer movimiento antes de que la Wehrmacht llegase a acercarse a la ciudad, y continuó trabajando a un ritmo desenfrenado mientras el asedio daba comienzo. Extrañamente, el movimiento final –escrito en la tranquilidad de la retaguardia- le llevó mucho más tiempo. En otra carta, con la guerra ya prácticamente decidida, el compositor explicará a otro gran amigo y colega cómo la música brotaba incontrolada de él. Una sensación de médium que múltiples compositores a lo largo de la historia han relatado con unas palabras o con otras:

A Shebalin. Ivanovo. 6 de septiembre de 1944.

Querido Ronia,

Hace unos días me he acordado de que han pasado exactamente veinte años desde que nos conocimos. … ¡Feliz aniversario! Quisiera que los próximos veinte años de nuestra amistad transcurran aun mejores, más bellos, más ricos de significado. …

Me entrego a la composición. … Hoy he terminado el segundo movimiento de un cuarteto que había comenzado ya aquí. Y sin parar he iniciado el tercer movimiento. …

El proceso de composición despierta en mí muchas inquietudes y preocupaciones. Me preocupa la rapidez fulminante con la que compongo. Sin duda es algo que no está bien. Se trata de un proceso extremadamente serio, no hay que lanzarlo al galope (como decía una amiga mía bailarina). Compongo a una velocidad infernal, y no puedo pararme. … Es agotador, no muy agradable, y, al final, echo tremendamente en falta la certeza de haber aprovechado bien el tiempo. Pero este mal hábito se ha apoderado de mí, y continúo a componer demasiado deprisa. No te enfades conmigo por mi mal comportamiento en el Conservatorio, ni porque te haga perder el tiempo. Felicidades otra vez. Saluda a Alesia y a los niños.

Tu

D. Shostakovich.

La leyenda de la Séptima Sinfonía continuó tejiéndose. Fue debidamente estrenada en Kuybyshev un 5 de marzo de 1942; pero las autoridades soviéticas tenían más planes para ella: se interpretaría en la propia ciudad sitiada, Leningrado. Algo más fácil de decir que de hacer. La vida en Leningrado, tras haber atravesado su primer feroz y gélido invierno bajo el asedio, hacía que esta propuesta llegada desde un lejano despacho sonase tan épica como irrealizable. No sólo es que cayeran las bombas, es que no había orquesta.

Leningrado, ya por esas fechas, era una ciudad mayoritariamente de mujeres. Todos los varones que no hubieran sido exentos por alguna razón especial fueron enviados al frente. La mortalidad era indescriptible. La gente que desapareció, y la gente que no llegó. En el tercer trimestre de 1941 habían nacido 654 bebes en una de las redes de maternidades. En el cuarto trimestre de 1942 nacieron veinte. Y fue en estas condiciones donde Leningrado levantó una orquesta para interpretar la sinfonía de su joven paisano Dmitri Dmitrievich Shostakovich. La oboista Ksenia Matus nos dejó el testimonio de primera mano de esta resurrección en el volumen Escritos de mujeres desde el sitio.

El concierto finalmente tuvo lugar, sí, el 9 de agosto, en una velada radiada a los soldados del frente; a los dos bandos.

Pero previamente hubo unos pocos ensayos de rodaje -antes de acometer una obra tan compleja- que no se radiaron. Unos ensayos que trasladaron a la humanidad que no supo de ellos un mensaje aun más poderoso que el estreno de una sinfonía soviética en medio de una guerra sin dirimir: la Orquesta de Leningrado intentó recordar lo que era hacer música releyendo, entre otras obras, una sinfonía de Beethoven.

Los nazis se habían apoderado de todo: de Alemania, de la Wehrmacht, del relato, de los pensamientos, de los corazones, de las vidas de millones de sus propios compatriotas… pero no pudieron adueñarse de Beethoven, el más germánico de los compositores. Un grupito de rusos y rusas, sin mayor reflexión ni simbolismo oculto, sabían que él había escrito esas sinfonías también para ellos.

Joseba Berrocal


Karmele Jaio.

Narradora

Karmele Jaio Eiguren (Vitoria-Gasteiz, 1970) es autora de tres libros de relatos –Hamabost zauri, Zu bezain ahul y Ez naiz ni–, cuatro novelas –Amaren eskuak, Musika airean, Aitaren etxea y Maitasun kapitala– y de un libro de poesía, Orain hilak ditugu. Su obra ha sido premiada en numerosas ocasiones, entre otros, ha recibido el Premio Euskadi de Literatura por Aitaren etxea, el premio 111 Akademia en dos ocasiones y el premio English Pen Award por la traducción al inglés de Amaren eskuak: Her mother’s hands. Sus obras han sido traducidas a muchos idiomas. En español pueden leerse Las manos de mi madre, Música en el aire, La casa del padre, No soy yo y Amor capital. Además, están traducidas al inglés, alemán, italiano, portugués, ruso y neerlandés, entre otros idiomas, y han sido también llevadas al cine y al teatro. Amaren eskuak fue adaptada al cine por la directora Mireia Gabilondo y presentada en el Festival de Cine de San Sebastián y su obra Ecografías fue llevada al teatro, dirigida por Ramón Barea. Sus relatos han sido seleccionados para, entre otras, las antologías Best European Fiction 2017 y The Penguin book of Spanish short stories. Jaio es académica correspondiente de Euskaltzaindia, la Real Academia de la Legua Vasca, desde el año 2015.


Vasily Petrenko.

Director

Vasily Petrenko es director musical de la Royal Philharmonic Orchestra, cargo que asumió en 2021, convirtiéndose al mismo tiempo en director honorario de la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra tras una exitosa etapa de quince años como director titular (2006–2021). Es director asociado de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, y ha sido asimismo director titular de la Joven Orquesta de la Unión Europea (2015–2024), director titular de la Oslo Philharmonic Orchesta (2013–2020) y director principal de la National Youth Orchestra of Great Britain (2009–2013). En 2022 dejó el cargo de director artístico de la Orquesta Sinfónica Académica Estatal de Rusia “Evgeny Svetlanov”, tras haber sido su principal director invitado desde 2016 y director artístico desde 2020.

Petrenko ha trabajado con muchas de las orquestas más prestigiosas del mundo, entre ellas la Berliner Philharmoniker, Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, Gewandhausorchester Leipzig, London Symphony, London Philharmonic, Philharmonia, Accademia Nazionale di Santa Cecilia (Rome), St Petersburg Philharmonic, Orchestre National de France y la Orquesta Sinfónica NHK. En Norteamérica ha dirigido la Philadelphia Orchestra, Los Angeles Philharmonic, Cleveland Orchestra y las orquestas sinfónicas de San Francisco, Boston y Chicago. Ha actuado en el Festival de Edimburgo, el Festival de Grafenegg y de manera frecuente en los BBC Proms. Con más de treinta títulos en su repertorio, también se ha destacado en el ámbito operístico, dirigiendo en escenarios como el Festival de Glyndebourne, la Opéra National de Paris, la Opernhaus Zürich, la Bayerische Staatsoper y el Metropolitan Opera de Nueva York.

En la temporada 2024/25, Petrenko debutó con la Royal Concertgebouw Orchestra en una nueva producción de Boris Godunov en la Ópera Nacional de Holanda. Asimismo, regresó a dirigir a la Orchestre de la Suisse Romande, así como a las sinfónicas de Sidney, Montreal, Singapur, Radio de Berlín, São Paulo y la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington D.C. También realizó una gira por Alemania y los principales festivales europeos de verano con la Royal Philharmonic.

Entre los hitos de la temporada 2025/26 destacan las giras con la Royal Philharmonic en España y Estados Unidos. Debutará con la Filarmónica de Varsovia y volverá a dirigir a la Gewandhausorchester Leipzig, Oslo Philharmonic, Orchestre National de Lyon, Orchestre Philharmonique de Strasbourg, Dresdner Philharmonie y Houston Symphony, entre otras.

Petrenko ha consolidado un perfil artístico de gran prestigio también a nivel discográfico. Entre su amplio catálogo destacan los ciclos sinfónicos de Shostakovich, Rachmaninov y Elgar junto a la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra, cosechando grandes críticas a nivel internacional. Con la Oslo Philharmonic ha publicado los ciclos sinfónicos de Skriabin, los poemas sinfónicos de Strauss, y continúa con una serie en curso dedicada a las sinfonías de Prokofiev y Miaskovski. En otoño de 2025 comenzará una nueva colaboración entre la Royal Philharmonic y el sello Harmonia Mundi, con grabaciones de Falstaff de Elgar y Las Campanas de Rachmaninov, a las que seguirán estrenos discográficos de Strauss, Bartók y Stravinsky.

Nacido en 1976, Petrenko se formó en la Escuela Coral de la Capilla de San Petersburgo —la institución musical más antigua de Rusia— y en el Conservatorio de San Petersburgo, donde asistió a clases magistrales con figuras como Ilya Musin, Mariss Jansons y Yuri Temirkanov, e inició su carrera como director residente (1994–1997) del Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo. En septiembre de 2017 fue distinguido como Artista del Año en los prestigiosos premios Gramophone, una década después de haber recibido el galardón como Joven Artista del Año (2007). En 2010 ganó el premio Artista Masculino del Año en los Classical BRIT Awards y es solo la segunda persona en haber recibido doctorados honoris causa de la Universidad de Liverpool y de la Liverpool Hope University (2009), además de ser nombrado Miembro Honorario de la Liverpool John Moores University (2012), reconocimientos que destacan el profundo impacto de su labor en la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra y en la vida cultural de la ciudad. En 2024, Petrenko lanzó una nueva academia para jóvenes directores, coorganizada por la Primavera Foundation Armenia y la Orquesta Filarmónica Nacional de Armenia.

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